Bell, ¿book? and Candle

Ana I. Álvarez García.

Pobres criaturas, Yorgos Lanthimos

EEUU, 2023.

Los debates sobre cine y literatura y la libertad e independencia de obras y autores pueden prolongarse ad infinitum, y pueden también cortarse de raíz, porque nunca debe juzgarse la película por el libro que adapta y la práctica dice que el aplauso al resultado depende, sobre todo, de que la mirada del director y la del espectador o espectadora vayan en la misma dirección. Coinciden en cartelera dos películas basadas en novelas que ilustran esta idea.

En La zona de interés, su director no ha filmado una sola página escrita por Martin Amis pero demuestra una maestría equivalente a la hora de contar el horror. Jonathan Glazer ha ejecutado un delicado y perfecto trasplante de corazón de la letra al fotograma. Yorgos Lanthimos se zambulle en Pobres criaturas, la novela de Alasdair Gray, y la recrea con todo lo que le viene definiendo: la sátira, la observación del comportamiento humano, la extrañeza e inexpresividad de los personajes en situaciones que no asimilan, la distorsión del espacio con encuadres, movimientos de cámara, el ojo de pez, colores saturadísimos, teatralidad, exceso, barroquismo… Bien, pero cabe preguntarse si todo eso aporta algo, no ya a la novela sino al propio cine de Lanthimos. En la película hay un cerebro que absorbe y pone en práctica todo conocimiento a su alcance, pero no late un corazón.

En su ingenioso libro en forma de manuscrito encontrado que satirizaba las novelas góticas con cartas y diarios, Gray buscaba convencer de que lo que se contaba en ella era real. Que sólo publicaba lo que un tal Archibald McCandles, Candle para su esposa, contaba de ella, la formidable Bella Baxter, resucitada por su mentor, el doctor Godwin Baxter, trasplantando a su cuerpo de mujer un cerebro de bebé. Nacía Bella por tanto adulta para unas cosas e infantil en otras, inteligente, decidida, sincera hasta la grosería, exploradora y descubridora de ella misma en todas las facetas y libre desde el minuto uno. La Bella de la película es una Bella controlada por Lanthimos y el guionista Tony MacNamara. No lo sabe, pero no goza de la misma libertad que Alasdair Gray le otorgó. A modo de detalle: en casi cuatrocientas páginas, la estancia de Bella en París ejerciendo la prostitución ocupa apenas cuatro, y ella misma la resume así: Durante TRES DÍAS me he ganado un sueldo haciendo mi trabajo lo mejor y más rápidamente que puedo y no por placer sino por dinero, como hace la mayoría de la gente.

Lo que hay de empoderamiento, de feminismo y de libertad de la mujer sobre su sexualidad y su existencia igual a la del hombre, estaba ya en las páginas que Lanthimos elimina, como la versión de Victoria -la mujer que era Bella antes de ser Bella-, o sepulta debajo de una puesta en escena empeñada en convencernos de que nada de lo que vemos es real…

N. del A .- Bell, book and candle, es el título original de Me enamoré de una bruja, (1958) bonita comedia romántica de Richard Quine en el que una bella e independiente mujer pierde sus poderes y aprende a llorar cuando se enamora.

Un comentario en “Bell, ¿book? and Candle

  1. Ana cariño muy buena crítica. Yo soy una enamorada de esta película. Adoro el personaje de Bella, me apasiona el de Dafoe y alucino con los decorados de cuento. No me molesta el supuesto abuso de ojo de pez, cuyo recurso sí creo que le da sentido, igual que lo hace con el gran angular en La favorita. Y palabras mayores para la valiente e inteligente interpretación de Emma Stone.

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