Nacida para morir

Ferrari, Michael Mann

Estados Unidos, 2023

“La muerte destruirá mi cuerpo, pero mis criaturas me sobrevivirán en los años venideros” (Enzo Ferrari).

No es primicia afirmar que son muchos los cineastas que alguna vez se han sentido atraídos por los secretos y entresijos de las – siempre singulares- vidas de algunos personajes públicos que, debido a sus oficios y hazañas valerosas, se han convertido en golosinas para directores y guionistas de todos los tiempos. Enzo Ferrari (1898-1988)- piloto de automovilismo, fundador de la Scuderia Ferrari y de la marca de automóviles que lleva su nombre – fue uno de ellos. Subido al celuloide en más de una ocasión – “Grand Prix” (1966), “Ferrari”(2003), “Ferrari: Carrera a la inmortalidad” (2017) o “Enzo Ferrari. Todo al rojo” (2022)- Enzo Ferrari es de esos personajes de enorme atractivo cuyo éxito profesional siempre andaba a la greña con su vida privada. Líos de faldas, tragedias, derrotas… fuese por lo que fuese por Ferrari siempre corrieron ríos de tinta.

En “Ferrari” Michael Mann – creador de la mítica serie de televisión de los 80 “Miami Vice” y de taquillazos como “El último mohicano” (1982) o “Heat” (1995) deja clara su atracción por Enzo Ferrari la cual surgió después de leer “Enzo Ferrari: The Man, the Cars, the Races, the Machine”, biografía escrita por el periodista Brock Yates. La película arranca en 1957, una década después de que el matrimonio Ferrari fundara la empresa. Es en ese preciso momento en el que Enzo Ferrari y su mujer Laura Garello– ambos aquejados de un dolor del que unos padres no pueden huir- sufren su mayor crisis profesional y personal a la vez que toman una de las decisiones más arriesgadas de su trayectoria: apostar todo a la icónica y peligrosa Mille Miglia, una carrera de resistencia que recorría 1.600 km del norte al sur de Italia.

“Ferrari” es un biopic desangelado y plano al que Mann no ha sabido sacarle el jugo, ni a los conflictos afectivos de la pareja (que materia prima tenía) ni a las escenas de carreras de coches que suelen ser tan fotogénicas. Su guion camina débilmente escapando en cada escena de la emoción que solo se transmite gracias al trabajo de la gran Penélope Cruz, la dueña del filme. La actriz, que da voz a su personaje con la vehemencia y madurez interpretativa a la que nos tiene acostumbrados -al más puro estilo de las explosivas Anna Magnani o Sofia Loren- está acompañada por un simplón y poco creíble Adam Driver y los actores de reparto Shailene Woodley, Sarah Gadon y Gabriel Leone, que dan vida a unos personajes desdibujados que no sabemos lo que piensan ni lo que sienten. Una película sin alma que ha nacido para morir.

Deja un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar